Paperless

Drivers

El mundo en construcción y circular

Maria Lavigna

Periodista

Inicié mi carrera en los medios cuando ni siquiera sabía que estaba iniciando una. Tenía 16 años y como gran oportunidad por las tardes (cursaban la escuela secundaria de mañana), comencé a producir y conducir un programa de radio. En ese momento no imaginaba ni por asomo todo lo que vino después, como por ejemplo que un aparatito de bolsillo, un Smartphone, domesticaría nuestras vidas.

Hoy –si bien no soy una digital nativa- dirijo un estudio de monitoreo de medios íntegramente online y que genera a diario piezas digitales de información. Trabajo para personas que al igual que yo, tenemos a través de internet, todo a mano y en el celular. Claro que como al resto de esas personas, no me gusta esperar para acceder a un sitio, no me preocupa tanto el registro o el archivo (hasta que necesito recurrir para algo específico) y en muchas oportunidades, tomo decisiones con mayor o menor grado de generalismo, tras haber buscado en Wikipedia o en Google algunos datos guía.

En el estudio, diariamente entregamos por e-mail unas 400 noticias para aproximadamente 30.000 suscriptores que leen la mitad de los títulos, y que pican sólo en el 17% de las noticias, y sobre ese 17% a su vez destinan unos 60 segundos de lectura por caso. Sin embargo, complementariamente a otras consultas, en nuestras encuestas el 90% se considera “muy o altamente informado”, lo cual me hace pensar que el espacio móvil es un gran desafío. Esta frase ya es como un silogismo social aceptado, pero ¿por qué es un gran desafío?

Todo el mundo está emocionado con la realidad virtual y no se puede ir a ningún lugar sin hablar o depender de la dimensión paralela de la virtualidad. Es una cualidad de lo virtual el facilitar la imagen en movimiento, la voz de los protagonistas, la superación de la distancia entre acontecimiento-audiencia, la “viralidad” más activa de todas las épocas, la conectividad, la innovación, la inversión, el ahorro de costos, el aumento de la productividad, la optimización del tiempo, la

generación de puestos de trabajo, los nuevos trabajos; podría hacer una lista extensa de aspectos positivísimos vinculados al desarrollo del espacio móvil. Pero el desafío no se plantea en el más, sino en el qué y cómo.

Por ejemplo el desafío de la repetición. Fue uno de los peores males de alguna época; recuerdo que en la escuela primaria la maestra decía “repiten como loro”, ahora en las noticias hablamos de “réplicas de menciones” que si bien dificultan encontrar en la web contenidos originales y de calidad, visto desde el “backend”, la repetición como fenómeno ofrece la posibilidad de retomar y reescribir textos de otros, como pasa con la música y los videos “sampleados” hasta el hartazgo. Nada es enteramente bueno ni enteramente malo, la riqueza de la producción colectiva y la cultura participativa, a la vez que genera productos interesantes, vuelve más difusos los límites de las autorías individuales, y en un mar de información repetida y modificada, muchos de los conocimientos se convierten en carentes de sustancia.

Cada vez que hablamos de la cultura paperless o sin papeles, hay cierta tensión, que se explica en los cambios en la manera de producción de los conocimientos, en una muy cambiante organización del trabajo -sus necesidades, utilidades y jerarquías-, y en una idea muy dinámica de “cultura en construcción”, circunstancias que mutan profundidad por expansión. Estos desafíos son inevitables, y está en nuestras manos que no sean además, impensados.

Hace veinte años, nadie hubiera imaginado la industria en la que trabajo, así como hoy nadie puede garantizar con qué herramientas trabajaremos en cinco años más, lo cual –además de ser muy descriptivo de la velocidad de los acontecimientos- propone varios desafíos maravillosos: encontrar la originalidad, despojarse de los prejuicios, y vivir en la seguridad de que constantemente hay nuevas oportunidades, como en los inicios.

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