Conclusiones en la despedida

Finlandia, una invitación a pensar

Hace dos años atrás tuve oportunidad de viajar a Finlandia.  La posibilidad de conocer de cerca algunas ciudades de los países nórdicos es algo que siempre me interesó, tanto por lo que se habla de ellos en torno a su calidad de vida como por las circunstancias históricas que los llevaron a ocupar estas posiciones en el mundo actual.

Leda Losi

Representante Legal

El hecho de que mi hijo mayor viviera allí por un tiempo me empujó a hacerlo realidad.

Helsinki impacta. En principio por el frío al cual resulta difícil acostumbrarse considerando que nuestro invierno no llega el 0º casi nunca y el de ellos  no lo alcanza, manteniéndose en valores negativos extremos por muchos meses de manera continua. También impacta su austeridad y simpleza al punto de que la primera impresión no  es la que causan otras grandes capitales del mundo en tanto su belleza arquitectónica o a sus paisajes. Pero lo que despierta admiración casi instantánea es su sociedad la cual  se percibe en sus valores y educación apenas uno comienza a transitar sus veredas llenas de diminutas piedras que sirven, además de para evidenciar mi ridícula elección de calzado, para evitar accidentes por el congelamiento de la nieve.

Mucho se ha hablado de la educación finlandesa en los últimos años en nuestro país, tanto por sus índices en las evaluaciones internacionales como por otras noticias referidas a su currícula y pedagogía, las cuales  llamaron la atención de muchos.  Mi historia profesional obviamente me llevó a intentar profundizar sobre el mismo y con tan solo un click en la web site del gobierno finlandés tuve la oportunidad privilegiada de compartir una jornada con una representante del Ministerio de Educación de Finlandia.

Leena, en su perfecto inglés y con una cálida hospitalidad,  me ayudó   a intentar entender el sistema educativo, nada simple por cierto, como así también a conocer de cerca una escuela primaria y una secundaria. También me regaló libros, me envió artículos para profundizar mi conocimiento sobre el sistema, me invitó a almorzar y me llevó a Marimekko,  un espacio de diseño de indumentaria y artículos para el hogar típico finlandés.

Comparto algunos hechos fácticos e impresiones personales que anoté al día siguiente de realizada la visita:

  • En el sistema educativo finlandés no hay un solo camino. La calle principal o la autopista está repleta de colectoras. Esta construido para que todos tengan acceso y nadie “se vaya” del sistema. La educación es un derecho primordial. El 99% de los jóvenes culmina la educación obligatoria.
  • Los niños tienen material educativo y almuerzo gratis en su escuela. Consideran que esta decisión fue como un cambio estratégico fundamental en el desarrollo de la educación. Durante los almuerzos, cuyo horario varía de acuerdo al curso al que pertenezcan, dos estudiantes del curso que se encuentra almorzando deben  velar por el buen comportamiento, por el orden y la higiene. Al finalizar todos levantan la mesa y dejan los utensilios a lavar en lugares estipulados.  Valoran el orden y la simple belleza de una mesa bien tendida así como el comportamiento durante ese momento.
  • Tuve oportunidad de estar en la sala de profesores un día antes de Pascua. Más allá del plato con pequeños huevitos de chocolate que estaba en la mesa, cada uno tenía su taza para café y , obviamente, tomé uno con ellos (el café en Finlandia es como nuestro mate, se toma mucho y es riquísimo). Cuando terminé nadie se ofreció a levantarme la taza ni mucho menos a lavarla. ¡Por qué lo iban a hacer si yo lo puedo hacer por mi misma!, así lo piensan ellos. Obviamente que lo hice.
  • Estudian e investigan constantemente. Lo hace el gobierno y lo hace cada escuela. La pedagogía en Finlandia es algo dinámico y en constante evolución. Cuando estuve allí hacía solo dos años de la implementación del Sistema basado en fenómenos o en proyectos interdisciplinarios. Las materias como tales no habían desaparecido aún pero la mirada ya estaba puesta en el estudio de una situación o hecho de manera integral y no solamente desde un área o una materia. De todas formas no quedan anclados ni se atan a un sistema. El objetivo está claro y las formas de llegar a ese objetivo son múltiples y en constante evolución y desarrollo.
  • Los chicos pasan pocas horas en la escuela. Tienen 190 días de clases y la jornada se extiende entre 5 y 7 horas cátedra diarias. La educación obligatoria comienza a los 7 años . Tuve oportunidad de estar en una clase de inglés de chicos de 9 años y era su primer año de estudio del idioma. Solo tenían 3 horas cátedra semanales de inglés pero a los 18 años todos hablan perfecto el idioma. De hecho no encontré a nadie que no supiera hablar inglés en Finlandia. Esto se explica solo por su entorno familiar. El  aprendizaje no termina en la escuela, las familias tienen un protagonismo indispensable en la construcción del conocimiento y del pensamiento crítico de sus hijos. Obviamente esto se observa tanto en las licencias para ambos padres en los primeros meses de vida de sus hijos como también el compromiso con las tareas y  el estudio cotidiano de sus hijos.
  • La carrera docente en Finlandia es una de las más difíciles. Solo acceden los mejores promedios de la secundaria. El docente es un investigador, un estudioso. Sus salarios son buenos (ellos preferirían que fueran mejores) y sus obligaciones también son muchas y de gran exigencia.  El respeto hacia el docente y hacia la escuela en Finlandia es algo que impacta.
  • Estuve bastantes horas en la escuela y pude apreciar que las personas son abiertas, ávidas de escuchar y preguntar. Tanto los docentes como los estudiantes con los que tuve oportunidad de conversar eran personas abiertas, sencillas. Me impactó la modestia de la cultura finlandesa.

Hubo miles de detalles que me gustaría compartir pero creo que estos son los más importantes al que agrego un pensamiento final que me dejó esta visita.

Finlandia es un país maravilloso, con verdadera equidad y con una historia de sufrimiento y privacidades que los ha marcado y los ha ayudado a construir la sociedad que son hoy. Si tendría que resumir en pocas palabras el secreto del éxito de la educación en Finlandia sería el consenso de la sociedad sobre la importancia de la educación, el profesionalismo docente, el dinámico análisis de la currícula y de la pedagogía, y el protagonismo del alumno en tanto constructor de su propio pensamiento.

Finlandia me dejó muchos aprendizajes en mi corta pero significativa estadía pero sobre todo muchas preguntas. Comparto alguna de ellas con el solo objeto de que sirvan para abrir puertas a pensar: ¿Puede nuestra sociedad involucrarse con la educación y convertirla en un tema primordial en la agenda de cualquier gobierno de turno? ¿Es posible llevar a cabo una co-responsabilidad más profunda entre las familias y las escuelas en torno a la educación de los niños y jóvenes? ¿Podemos entre todos dejar de aceptar fácilmente la falta de estudio o la de responsabilidad y empezar a exigir, valorar, estimular y desafiar a nuestros niños y jóvenes  a pensar y a producir en base a lo que piensan? ¿Es posible que los adultos intentemos ayudar a nuestros niños y jóvenes a convertirse en los mejores ciudadanos que pueden llegar a ser en donde el compromiso con el otro, la responsabilidad, la buena vecindad, el respeto por la limpieza, higiene y por la ecología marquen su infancia y adolescencia? ¿Podemos entre todos y desde nuestros pequeños espacios darle a la educación el lugar que merece tener?

Más allá de las malas noticias, de las crisis, de las carencias, de las inequidades o tal vez por todas ellas es que intento ser optimista y empezar el ciclo lectivo 2020 pensando que nuestra comunidad de padres, de niños y jóvenes, de docentes y no docentes puede hacer mucho al respecto. ¿Aceptamos el desafío?